sábado, 29 de agosto de 2015

SIESTA PERFUMADA



 Hola de nuevo!!

¿A que os suena a gloria el título de esta entrada? Pues así de bien me pareció a mí cuando leí el cartel situado de una placita de Grasse. Uno de esos preciosos pueblos que hemos recorrido esta semana por la Costa D'Azur. He aprendido mucho y he saboreado muchísimo y no sólo los diferentes sabores y texturas de los platos que nos servían en la comida o en la cena. Los olores de este pueblo, a poca distancia de Niza, se fundían en mi inconsciente ofreciéndo un recuerdo a guardar en un rincón muy especial de mi cerebro. Y es que cuando llegamos a este maravilloso y ruinoso pueblo (Ruinoso por lo ajado de sus fachadas que parecen decidirse por mantenerse en pie todavía aunque a duras penas), lo hicimos por "la puerta de atrás" como me gusta decirlo a mí. Y ¿por qué por la puerta de atrás? pues porque lo mágico se escondía en el interior, en el corazón de sus calles estrechas con recovecos misteriosos donde se ocultan las ventanas tras venecianas de madera desgastada y descolorida. Lo primero que nos encontramos, una vez dejado el coche y después de subir por unas cuantas cuestas pronunciadas, fue la catedral, "Notre Dame de Puy" del siglo XIII. Dicen que se comenzó a construir en el año 1244. No pudimos entrar porque estaba cerrada pero después me enteré de que en su interior hay tres Rubens y un Fragonard.
La Catedral de Grasse
¡Vaya joyita!

Grasse: un pueblo de naricesInterior de la Catedral de Grasse










Grasse es la capital mundial del perfume y como no, hay muchas tiendas que venden sus productos al turismo. Me gustó mucho ser atendida por el perfumista monsieur Bouchara al cual le compré alguno de sus perfumes. Un hombre encantador y muy cercano que habla español perfecto. Me contó la composición de los mismos y que en Grasse no sólo se fabrican perfumes sino que también se produce la materia prima de ellos. El pueblo lo tiene todo. Los colores, la distribución y forma de sus calles, de sus casas, los espacios abiertos, las tiendas de perfumes, las galerías de arte, las personas que lo habitan, sus vistas al mar...

Todo ello me recuerda a los cuadros de uno de mis pintores favoritos, Vincent Van Gogh.

En este viaje tan bonito nos acompañó nuestra querida hija Sandra, quien nos sirvió de guía y chófer. Comprobar lo que digo observando estas fotos y, desde luego, os recomiendo que lo visitéis.  
¡Ah, por cierto, la foto de la placita con las tumbonas es donde podéis echaros una siesta perfumada!

 




























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