viernes, 12 de agosto de 2016

Practicando meditación en el jardín

Hace calor este verano, como todos supongo o quizás más. De todos modos cuando cae la tarde apetece salir al jardín, al campo y disfrutar de esos momentos de quietud. Hace unos días, las chicas Zen realizamos una meditación en el jardín y resultó mucho más motivadora de lo imaginable. Todas veníamos con una predisposición muy positiva, quizás por ello resultó una actividad entrañable. Quienes no habían meditado antes se llevaron una agradable sorpresa y, aunque fue difícil para ellas, están deseando hacerlo de nuevo en otro entorno diferente.



El desarrollo fue el siguiente:

1º Todas ayudamos a colocar los elementos en el césped: alfombra, velas que fuimos encendiendo, incienso, recipientes con diferentes alimentos para el saboreo, libro de meditación, música para meditar, cojines para sentarnos y cuenco tibetano.

2º  Una vez sentadas cómodamente les hablé del desarrollo de la meditación: hablamos un ratito sobre qué aspectos tendríamos en cuenta a la hora de realizarla: sin juicios y aceptando lo que ocurre sin expectativas. Dijimos también cómo es la naturaleza de los pensamientos y cómo éstos se agolparán e intentarán arrastrarnos constantemente. Toda nuestra vida han hecho lo mismo y necesitamos constancia para cambiar actitudes y llegar a la Atención Plena al momento presente. Hemos de tener paciencia. 

- A continuación leí un texto del libro "Mindfulness para niños" de Paloma Sainz Vara de Rey, que habla sobre el corazón. Dice así:

MEDITACIÓN DEL CORAZÓN

Pon la mano en tu corazón y cierra los ojos.
Ahora siente todo lo que te dice. Si estás contento (contenta), si estás triste, cansado (cansada)...
Dale las gracias por estar allí, siempre latiendo.
Con cada latido va enviando luz a todas las partes de tu cuerpo.
Ahora, a todas las personas que viven en tu casa.
ahora, se van haciendo más grandes los rayos y llegan a toda tu ciudad, a todo el mundo... Al universo.
Siente lo  bien que se está así, con el corazón así de abierto.
quédate un ratito respirando y empieza a volver a ti, a tus latidos, a tu cuerpo. Y separando la mano de tu pecho siente que esa luz se queda allí, calentita, dentro de ti, para calentarte siempre que lo necesites.


- Después les hice notar que, de los alimentos que habíamos colocado en los cuencos, podían coger uno y dejarlo en una de sus manos mientras las dos permanecían apoyadas sobre las rodillas, para a continuación cerrar los ojos y escuchar lo que iba a decir guiando la práctica de esta actividad del "Saboreo".
Una vez terminado éste permanecemos con los ojos cerrados mientras escuchamos el sonido del cuenco tibetano durante unos minutos. Estoy aprendiendo a tocarlo pero no salió del todo mal.
- Dejé el cuenco sobre la alfombra, en el centro, y ya escuchando la música que sonaba, yo también me dispuse a practicar la meditación.
Una vez terminados, los aproximadamente diez minutos que duró, leí este texto de agradecimiento:

ORACIÓN DE METTA

Que todos los seres sean felices, íntegros y estén contentos.
Que todos los seres puedan ser sanados por completo.
Que todos los seres puedan tener lo que quieran y necesiten.
Que todos los seres puedan estar protegidos contra daños y libres de temor.
Que todos los seres puedan disfrutar de paz y tranquilidad interior.


Una vez terminada la meditación nos quedamos allí, notando todavía los efectos de la meditación y, con esa actitud, fuimos contando lo que habíamos sentido y cómo nos habíamos transportado a otro nivel, notando otras sensaciones en nuestros cuerpos y nuestras mentes.

Fue tan fantástica la sesión de meditación que hemos decidido realizarla en otro entorno antes de que termine el verano a la que, esperamos asistirán también las personas que no han podido venir a esta.